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Las señales indican que el auge de los servicios de bici-compartirda de China podría estar llegando al límite.

Durante más de un año, las calles de las principales ciudades de China han sido inundadas de bicicletas, mientras decenas de nuevas empresas compiten por convertirse en el “Uber de biciletas” del país. Durante un tiempo, los gobiernos locales parecían impotentes (o no dispuestos) para impedir que la masa de caucho y aluminio bloqueara las aceras y espacios peatonales o apilarse junto a complejos de oficinas. Pero ahora, algunas ciudades están diciendo “no más”.

Recientemente, la oficina de transporte municipal de Shanghai envió una notificación a varias compañías bicicletas compartidas, exigiendo que se abstengan de añadir más rodados a las calles. Según la oficina, la ciudad tiene 1,5 millones de bicicletas compartidas en sus calles, aproximadamente una por cada 16 habitantes.

El gobierno también exigió que las compañías reubiquen sin demora las bicicletas estacionadas y diseminadas descuidadamente por toda la ciudad. Los servicios permiten que los clientes devuelvan bicicletas en cualquier sitio, en lugar de los bastidores especialmente designados.

Las dos mayores empresas de bicicletas de China, “Ofo” ni “Mobike”, comunicaron esta semana que estaban redoblando esfuerzos y tratando de resolver el problema lo más rápido posible.

“Este mes “Ofo” ha despachado 80 camiones adicionales para reubicar bicicletas, y contamos con un total de 2.500 empleados de mantenimiento trabajando en limpieza y reparaciones. Estamos cooperando proactivamente con los llamados del gobierno para limpiar la ciudad”, dijo Hu Yun, jefe de operaciones de “Ofo” en Shanghai.

En otras ciudades chinas más pequeñas se sigue en linea con la directiva de Shanghai. En Nanjing, las autoridades exigieron que no salieran nuevas bicicletas a las calles. También pidieron que las compañías obtengan licencias gubernamentales para cada una de sus bicicletas, a partir del próximo año.

De igual modo las autoridades de Guangzhou también pidieron que las empresas de bicicletas dejen de poner nuevas bicicletas en las calles, estimando que hay más de 800.000 en circulación. En Zhengzhou, provincia de Henan, impusieron una suspensión similar, fijando el número de bicicletas en las calles en 390.000.

La suspensión de la distribución de nuevas bicicletas se produce en el mismo momento en que el Ministerio de Transporte de China, a nivel nacional, publicó el primer marco regulatorio nacional para ordenar la caótica industria. Las normas actuales eran bastante indulgentes. Se estipuló que los usuarios deben registrarse para los servicios usando sus nombres reales, que ninguna compañía puede prestar servicio a las personas menores de 12 años, y que las compañías deben proporcionar el seguro para los cilistas. También “alentaron” a los gobiernos locales para que garanticen espacios de estacionamiento legal adecuados para las bicicletas, y las empresas permitan el uso sin necesidad de depósitos, que normalmente cuestan entre $15 y $30 dólares. Sin embargo, los municipios locales tienen la facultad de regular la actividad como les parezca conveniente.

Eso es lo que parece estar sucediendo ahora. Evitar que las empresas agreguen nuevas bicicletas en las calles es un gran escollo para el motor principal que mueve el negocio de esa actividad. Generar ingresos depende de conseguir viajes, y obtener esos viajes depende de garantizar que las bicicletas están a mano. La única manera de conseguir que un posible ciclista siempre tenga una bicicleta cerca es poner decenas de bicicletas en cada esquina, en cada calle, pero eso ha llevado al caos y a la sobre oferta. Establecer un cupo de número de bicicletas en la calle ayudará a poner freno en la guerra de las “startup” que estaba girando fuera de control.

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