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José Alberto Gutiérrez lleva dos décadas nutriendo más de 450 bibliotecas, escuelas y centros de lectura. Es conocido como el “Señor de los libros” y ha sido el vehículo para ayudar a miles de personas amantes de los libros en Bogotá, Colombia.

Los libros comenzaron a llegar de forma intempestiva a finales del 1997. Gutiérrez había empezado su trabajo como conductor de un camión de recolección de residuos en la antigua empresa de Limpieza Metropolitana de Bogotá y fue en esa ruta por el occidente de la ciudad, la que transitaba todas las noches, donde el brillo de los libros descartados lo encandiló.

El recolector de residuos toma los libros desechados de los vecindarios ricos y los agrega a una biblioteca improvisada en su casa. Adentrarse en la casa de Gutiérrez era aventurarse a recorrer un laberinto de miles de libros amontonados a lo largo de aproximadamente 15 metros cuadrados. La colección de más de 20,000 libros estuvo siempre abierta a los niños del vecindario de bajos ingresos donde vive los fines de semana.

Así comenzó la biblioteca que construyó en su propia casa, con la complicidad de su esposa, y luego transformó, hace 10 años, en la Fundación La Fuerza de las Palabras. Desde aquel momento, han sido más de 50.000 los ejemplares de ciencia, literatura, emprendimiento, medicina, entre otros.

“La mejor herencia que le podemos dejar a un niño siempre será la educación”, asegura Gutierrez, y agrega que decenas de niños han podido realizar estudios superiores gracias a la fundación.

Según cifras del Ministerio de Educación Nacional, cada año, solo cuatro de cada 10 jóvenes que culminan sus estudios secundarios en Colombia, logra acceder a la universidad. El porcentaje se reduce aún más en territorios afectados por diferentes problemáticas socioeconómicas como el barrio La Nueva Gloria.

“Esto debería ser en todos los vecindarios, en cada esquina de cada barrio, en todas las ciudades, en todos los departamentos y en todas las áreas rurales. Los libros son nuestra salvación y eso es lo que Colombia necesita”, dijo Gutiérrez.

Gutiérrez comenzó a rescatar libros desechados hace 20 años. Él atribuye su trabajo a su madre, que le leía todas las noches a pesar de no poder mantenerlo en la escuela.

“El primer libro que encontré fue Anna Karenina, de Leon Tolstoy, y ese pequeño libro encendió la llama y puso en movimiento esta pelota que nunca dejó de rodar”, dice Gutiérrez.

Desde el primer día hasta ahora desbordan todas las habitaciones de su casa, y en el primer piso funciona la biblioteca comunitaria llamada La fuerza de las palabras.

“El día que llene Colombia de libros, me sentiré como Ulises cuando rescató a Penélope y salvó Ítaca de la guerra”, exclama con aires de estoicismo José Alberto.

Los textos que ha recogido de la basura bogotana el Señor de los Libros, como es conocido Gutiérrez por sus vecinos en el barrio popular La Nueva Gloria, han servido para que más de 22.000 personas de diferentes zonas vulnerables del país, principalmente rurales, comenzaran a imaginar su entorno de una forma diferente.

A finales del 2017 la fundación envió por avión cinco cajas repletas de libros a la comunidad indígena Huitotacueimaní, ubicada en una zona selvática y ribereña en el sur del país.

“El mundo necesita de más acciones como ésta, porque en un territorio donde no hay acceso a muchas cosas, un libro se convierte en el símbolo de la esperanza. Si los humanos nos tratáramos como en muchos de los libros que me he leído, a este planeta sólo lo regiría el amor”, agrega Gutierrez.

Tras haber sido despedido en febrero 2018 de la empresa de reciclaje de Bogotá en la que trabajaba, Gutierrez y su familia dedican sus días a soñar con la construcción de una biblioteca museo en Bogotá, Hoy la Fundación abre las puertas a personas interesadas en trabajar con ellos de manera voluntaria en campos como las artes plásticas, la literatura, la música, todo con el objetivo de seguir llevando el maravilloso mundo de la lectura a los sectores más vulnerables del país.

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