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El B-29 Kee Bird de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos era un avión de clase “Superfortress” (Superfortaleza). Esta aeronave pertenecía al 46 ° Escuadrón de Reconocimiento y quedó varada después de un aterrizaje de emergencia en un lugar al noroeste de Groenlandia. El desafortunado accidente sucedió cuando se encontraba en esta área participando en una misión secreta de espionaje durante la Guerra Fría. El aterrizaje de emergencia ocurrió el 21 de febrero de 1947.

Por fortuna, la evacuación del aparato se llevó a cabo con éxito, y toda la tripulación logró ser rescatada y llegar a resguardo. El Kee Bird, sin embargo, quedó en la tundra ártica, en el sitio donde había aterrizado. El avión permaneció inmóvil durante muchos años. No fue hasta 1994 que una misión, financiada por privados, fue creada para tratar de repararlo y traerlo de vuelta.

En julio de 1994, el grupo de especialistas en restauración de aviones, llegó al lugar de descanso de la aeronave. Este equipo fue dirigido por Darryl Greenamyer. El Kee Bird aún estaba intacto, a pesar de su aterrizaje forzoso en un lago que estaba congelado.

La Fuerza Aérea de los Estados Unidos había renunciado a cualquier reclamación sobre el B-29 y el equipo de restauradores creyó que podría reparar la nave a una condición que la hiciera capaz de despegar y sacarla del lago y luego volarla hasta Thule, en Groenlandia, donde podrían realizarse arreglos más especializados antes de trasladarlo definitivamente a los Estados Unidos.

El equipo voló a la ubicación del Kee Bird con herramientas y equipos especializados y pasó los siguientes meses transportando por aire las piezas extras que consideraban necesarias. Los técnicos partieron de la base de los Servicios Armados estadounidenses en Thule. Durante los meses de ese verano, se llevaron al remoto emplazamiento, cuatro motores nuevos, cuatro hélices, un polipasto y neumáticos nuevos, así como un pequeño buldózer.

El equipo sustituyó con éxito los motores, las hélices y montó los neumáticos nuevos. Por último restauraron el panel de comandos y lograron controlar los sistemas del Kee Bird.

Desafortunadamente, aunque el avión estaba casi listo para volar, el equipo de Greenamyer se vio obligado a postergar sus planes debido a las condiciones climáticas. El grupo suspendió las tareas y abandonó el lugar hasta la próxima primavera.

En mayo de 1995, Greenamyer regresó con personal adicional. Las reparaciones originales comenzadas en 1994 fueron terminadas. La excavadora talló una pista improvisada en la nieve y se preparó al avión para el despegue del lago congelado el 21 de mayo de 1995.

Los motores encendieron con éxito. La nave estaba lista para decolar. Sin embargo, mientras se desplazaba hacia la pista se produjo una fuga de gasolina en el depósito de combustible de los motores auxiliares. La gasolina se filtró en el fuselaje e inició un incendio que rápidamente se extendió al resto del aparato.

Los intentos de apagar las llamas fallaron y el fuego se propagó a todo el fuselaje. Destruyó las superficies de la cola y parte de la estructura. El intento de rescate fue abandonado, y el consenso general fue que el B-29 se hundiría en el lago una vez que se descongelara en la primavera.


Sin embargo, el avión todavía reposa en la superficie del lago, en un bloque de hielo.

https://youtu.be/1u4YBwjQTds

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