Compartir

¿Por qué una de cada 10 mujeres es diagnosticada con cáncer de mama en Occidente en comparación con 1 de cada 10 000 en China? Los chinos no consumen productos lácteos. El nombre familiar de cáncer de mama en China es “Enfermedad de las mujeres ricas” porque comen helado o queso como en Hong Kong.

Bigotes de leche en actores, imágenes de vacas felices y la leyenda ficticia de que necesitamos el contenido de calcio de la leche entre otras cosas, nos han llevado a consumir lácteos en exceso. Sin embargo, los lácteos se encuentran ubicados dentro de los 8 alimentos más alergénicos para el ser humano.

Los estudios epidemiológicos también están empezando a poner de relieve el vínculo entre la leche y el cáncer. Entonces, ¿cómo los productos lácteos, tan amados y adorados por los occidentales, por no hablar de los Estados Unidos, cuya dieta contiene 40%, puede tener efectos tan nocivos?

La leche materna es el alimento perfecto para el bebé mamífero ya que no puede comer los alimentos que consumen los adultos. Pero la leche contiene un poderoso elemento químico, el factor de crecimiento tipo insulina o IGF-1, que se encuentra naturalmente en las niñas púberes, ya que promueve el desarrollo de los senos. Este producto químico, diseñado para estimular el crecimiento, también podría promover el crecimiento anárquico de células.

El estudio fue publicado en Internet por el Boletín del Instituto Nacional del Cáncer, donde pone de manifiesto que la hormona estrógeno estimula el crecimiento celular en las mamas, incluido el crecimiento de las células cancerígenas específicas del cáncer de mama. Esta hormona se produce y se almacena en las células de grasa. Muchos investigadores creen que los productos lácteos que se consumen en los Estados Unidos y otros países occidentales tienen niveles altos de estrógeno y progesterona debido a que la mayor parte de la leche la producen vacas preñadas.

Por otro lado, más del 70% de la población mundial no digiere el azúcar de la leche, la lactosa. La intolerancia a la lactosa puede ser la señal de advertencia de la naturaleza: la naturaleza intenta decirnos que este alimento no está hecho para nosotros. El proceso de homogeneización, por el que pasa la leche durante su industrialización, aparentemente sólo permitiría que los químicos que causan cáncer pasen más rápidamente a la sangre.

Los estudios epidemiológicos llevados a cabo durante veinte años muestran una correlación positiva entre el consumo de lácteos y el cáncer de mama. Los investigadores están comenzando a encontrar un mayor riesgo de cáncer de mama y cáncer de próstata en personas que consumen leche. También hay dioxinas y otros productos químicos muy tóxicos, cancerígenos conocidos, a menudo solubles en grasa, que se encuentran en concentración particularmente elevada en la leche.

Otro problema se plantea ahora: la leche que bebemos desde la década de 1960 ya no es la misma que antes. De hecho, antiguamente las vacas comían hierba, mientras que actualmente es poco frecuente. Hacia 1850, la vaca promedio proporcionaba sólo 2 litros de leche al día. Para el año 1960, el rendimiento de la vaca era de alrededor de 9 litros al día por animal. Hoy en día la vaca promedio proporciona alrededor de 8,760 litros al año o 24 litros por día bajo las leyes de lo artificial y de lo modificado genéticamente.

¿Cómo saber si nos está afectando? ¡Fácil! Compruébalo por tí mismo: deja de tomar leche durante unas semanas y observa el efecto en tu bienestar. Si te sientes mejor, con respecto a dolencias menores como el acné, alergias, hinchazón, malestares digestivos, etc., esto te animará a tomar precauciones contra todas las nuevas enfermedades que aparecen relacionadas con un estilo de vida occidental.

Compartir