☢ Un paraíso natural de animales radioactivos
Chernóbil, el mayor accidente nuclear de la historia de la humanidad ha creado, luego de treinta años, un área virtualmente inhabitada por ser humano alguno. Y la consecuencia, ha sido un incremento en el número de ejemplares de la fauna local. Chernóbil es hoy un paraíso natural radioactivo.
Ese es el resultado de una investigación publicado en la revista Current Biology, que prueba el progresivo crecimiento de las poblaciones de ciervos, lobos y osos de la Zona de Alienación, un área de varios miles de kilómetros cuadrados donde la presencia humana se ha reducido por el alto nivel de radiación.
Jim Smith, uno de los autores del estudio, que el accidente de Chernóbil demuestra algo que se presumía, pero cuya certeza a esta escala les era incierta: la presencia humana y su actividad económica es más nociva para la fauna que la mayor catástrofe nuclear de nuestra historia.
Polesia no era una zona demasiado habitada, pero el accidente la vació por completo. A cambio, lobos, osos, ciervos y caballos se han reproducido con tranquilidad, sin injerencias humanas. En consecuencia, han aumentado. 100.000 personas menos, tantos animales más.
Los investigadores han podido constatar que, desde 1986 hasta nuestros días, el número de grandes mamíferos presentes en el sur de Bielorrusia ha crecido. La región histórica de Polesia, nunca había tenido gran desarrollo económico con zonas pantanosas y boscosas y sus más de 100.000 habitantes fueron parcialmente evacuados tras el estallido del reactor 4.
El estudio constató que la ausencia de seres humanos permitió que el número de ejemplares se dispare, a pesar de dos factores que podrían haber mermado su población. Por un lado, el alto grado de radioactividad de la zona. Por otro, la amplia y documentada presencia de cazadores, especialmente de ciervos y alces, piezas codiciadas por la calidad de sus cuernos.
Las cifras sorprenden. Cuando el reactor 4 de la central nuclear de Chernóbil saltó por los aires, los vientos soplaban en dirección norte. El complejo energético se encontraba a la orilla del río Pripyat, en el extremo norte de Ucrania, de modo que fue el sur de Bielorrusia quien sufrió la mayor parte de la radiación. La exposición a la altísima radiación, la más alta de todo el planeta, no ha parecido tener efecto en el número de animales. Son más, pero también son más radiactivos.
¿En qué condiciones se encuentran esos ejemplares? Las consecuencias de la radiactividad se ven difuminadas por el excelente estado de salud numérico de las poblaciones. La fauna de la zona está mucho más contaminada que antes y la diversidad es menor, pese a que la densidad de ejemplares sea ahora mucho más alta que antes del accidente de la central.
Los diversos estudios indican que los altos niveles de radiación sí están teniendo un impacto significativo en la fauna de la región. El problema principal no son las mutaciones extravagantes, como nuestra imaginación pudiera sugerir, sino otras más pequeñas.
Timothy Mousseau, un biólogo que lleva años estudiando la Zona de Alienación explica que algunos animales como los pájaros o las arañas han desarrollado frecuentes tumores y mutaciones. Además, si bien su número total no ha disminuido, sí lo ha hecho su diversidad. Los insectos expuestos a más radiación desarrollan más manchas. Las arañas, al igual que en Fukushima, tejen telas erráticas. Y los troncos desarrollan capas de un color distinto al que tenían antes del accidente de Chernóbil.
Algunos mamíferos herbívoros de Polesia son radiactivos. Los jabalíes, ciervos o linces están contaminados porque se alimentan de hierbas, plantas, hongos o trufas del suelo, donde los niveles de radiación son mucho más altos.
Chernóbil y su zona de exclusión, además de la reserva natural bielorrusa, se han convertido en una mina para biólogos. Durante este año, un grupo de investigación liderado por un investigador de la Universidad de Salford, se ha servido de cámaras fijas en la zona de exclusión para observar los patrones de comportamiento de la fauna polesia.
El objetivo del estudio es analizar de forma más precisa el impacto tanto de la despoblación como de la radiación en la cada vez más numerosa fauna que rodea Chernóbil. Algunas especies en peligro de extinción, como el caballo de Przewalski, fueron introducidas en la Zona de Alienación con el objetivo de fomentar su preservación, pese al riesgo de radioactividad. Sea como fuere, es evidente que Chernóbil suma otro motivo más para resultar tan estremecedor como fascinante.