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Según un análisis del historiador Dr. Derek Cunningham, había un propósito astronómico en la forma curiosa pero increíblemente precisa de las gigantes piedras de las paredes de la terraza de Sacsayhuamán, de 600 años de antigüedad, construidas en lo alto y con vistas a la antigua capital inca de Cusco en Perú.

Los enormes bloques de piedra que constituyen los muros de Sacsayhuamán fueron colocados en forma tan precisa, en muchos lugares, no es posible insertar una hoja de papel entre ellos. Su construcción sigue siendo un profundo misterio para los investigadores que no han podido entender cómo los pueblos antiguos lograron transportar y colocar estas piedras megalíticas.

Igualmente fascinantes son los ángulos de sus extremos o lados adyacentes. Estos ángulos desafían, a través de una aparente aleatoriedad, la habitual sensación de regularidad que proviene de los ángulos de 90 grados o esquinas, característica de la gran mayoría de piedras talladas que forman los bloques de construcción de estructuras antiguas y modernas en todo el mundo.

Es bien sabido que muchas culturas antiguas construyeron sus monumentos y ciudades sobre la base de las alineaciones astronómicas. Las medidas de los curiosos ángulos formados por estas piedras sugieren, según Cunningham, autor e investigador de un estudio, que podría reflejar o ilustrar el antiguo conocimiento inca de las alineaciones astronómicas de la Luna, el Sol y la Tierra, así como el conocimiento de las lenguas lunares y Eclipses solares.

Cunningham se tropezó con esta investigación por accidente mientras realizaba un trabajo de investigación en unos sitios arqueológicos escoceses donde observó una serie de patrones de tierra inusuales. Su curiosidad le llevó a mirar otros sitios alrededor del mundo.

“Cada valor astronómico fue elegido por los antiguos astrónomos para ayudar a la predicción de los eclipses. Estos términos astronómicos son una mezcla de los valores científicos que usan para medir el tiempo y los valores para determinar cuando la luna, la tierra y el sol se alinean en los nodos”, dice el Dr. Cunningham.

 

Cunningham sugiere que su análisis del Templo de Sacsayhuamán es sólo un caso de “escritura” astronómica de la Edad de Piedra, una forma de escritura que se ha encontrado en un gran número de otros sitios y objetos mucho más antiguos distribuidos a través de varios continentes. Su hipótesis gira en torno al pensamiento de que nuestros antiguos antepasados ​​desarrollaron la “escritura” hace al menos 30.000 años desde una forma geométrica de texto que se basa en el movimiento de la luna y el sol. Afirma que un antiguo texto astronómico, idéntico al que se observa en Sacsayhuamán, se encuentra también en las cuevas de Lascaux y Chauvet en Europa, el hueso africano tallado de Ishango y una piedra tallada de unos 30.000 años de antigüedad en el Sitio Paleolítico de Shuidonggou en China. También se ha descubierto que esta arcaica escritura fue usada, quizás casi continuamente, hasta hace 500 años.

“El análisis de las estatuillas de Muisca Tunjo de Columbia reveló evidencia de que fueron construidas con el mismo diseño astronómico que las figuras de la Edad del Bronce descubiertas en Chipre. Las macizas paredes poligonales de Sacsayhuamán se alinean exactamente con los mismos valores astronómicos que se usan en las estatuillas muiscanas colombianas y el gigante de Atacama en Chile”, afirma Cunningham.

Pero ¿está Cunningham leyendo cosas en todos estos hallazgos arqueológicos y estructuras que realmente no están ahí? Uno puede imaginar a la mayoría de los académicos sacudiendo la cabeza con una expresión de duda. Pero Cunningham parece estar seguro.

“Sinceramente, no me importa si estoy equivocado. Todo lo que he encontrado hasta ahora es que los datos son lo que son. Explicar algunas cosas acerca de tantos sitios desde las pirámides de Egipto al gigante de Atacama en Chile es obviamente un tema muy controvertido. Pero si es correcto, podría reescribir algunas teorías de nuestra comprensión no sólo de la Edad de Piedra, sino también de la historia del mundo”, concluye.

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