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Todos pensaban que el incidente nuclear de Fukushima, en la costa de Japón, había quedado en el pasado, pero recientes mediciones han demostrado que la contaminación radiactiva está ensuciando todo el Océano Pacífico.

Aunque Fukushima resistio el fuerte terremoto que azotó Japón, en el año 2011, un fenómeno corriente en Japón ya que su archipiélago se asienta sobre una falla, no estaba preparada para las consecuencias de un tsunami, por lo que el posterior azote del mar provocó varias explosiones de hidrógeno que dieron lugar a que los núcleos de algunos reactores se fundieran parcialmente.

Todo el complejo nuclear de Fukishima se vio seriamente afectado, dejando escapar miles de toneladas de desechos contaminantes que terminaron en el Océano Pacífico, provocando el peor accidente nuclear de la historia junto al de la central de Chernóbil, en Ucrania. Pero aunque fue ya hace ya 6 años, el problema está lejos de desaparecer.

Tres reactores nucleares sufrieron un “meltdown”, o “fusión de núcleo”, como consecuencia de las afectaciones estructurales causadas por el terremoto. Este tipo de accidente grave sucede porque el combustible, pasa de estado sólido a líquido por efecto del calentamiento, ya se por causa de un aumento desmedido de potencia o por el colapso del sistema de refrigeración. No debe confundirse con el término “fusión nuclear”, cuyo significado hace referencia a la unión de átomos.

En la actualidad, unas 300 toneladas de desechos radiactivos están siendo vertidas diariamente desde el complejo de la compañía TEPCO, ubicada en Fukushima. Y continuará haciéndolo indefinidamente ya que la fuente de la fuga no puede ser sellada ya que es inaccesible tanto para humanos como para robots debido a temperaturas extremadamente altas. Este podría ser el peor desastre ambiental en la historia de la humanidad.

Incluso si no podemos ver la radiación en sí, algunas partes de la costa occidental de América del Norte han estado sintiendo los efectos durante años. En otros lugares del oeste de Canadá, científicos independientes han detectado un aumento del 300% en el nivel de radiación. Según los informes, la cantidad de radiación en el Océano Pacífico está aumentando cada año. Más al sur en Oregon, Estados Unidos, la radiación en el atún se triplicó después de Fukushima y en 2014, la radiación en las playas de California aumentó en un 500 por ciento.

Los científicos sostienen que Océano Pacífico es por lo menos 5-10 veces más radioactivo que cuando el gobierno de los EE.UU llevó a cabo pruebas nucleares detonando numerosas bombas en el Pacífico durante y después de la Segunda Guerra Mundial.

Las mediciones satelitales de la temperatura del océano (ilustradas por el color) y la dirección de las corrientes (flechas blancas) ayudan a mostrar dónde se transportan los radionucleidos de Fukushima. Las corrientes de gran escala transportan el agua hacia el oeste a través del Pacífico. El upwelling a lo largo de la costa oeste de Norteamérica en el verano trae el agua profunda fría a la superficie y transporta el agua costa afuera. Los círculos indican los lugares donde se recolectaron las muestras de agua. Los círculos blancos indican que no se detectó cesio 134. Los círculos azules indican que se detectaron niveles bajos de cesio-134. No se ha detectado todavía cesio 134 a lo largo de la costa, pero se han detectado niveles bajos en el mar.

La misma Compañía Eléctrica de Tokio (Tepco) reconoció haber encontrado niveles de radiación récord en el reactor número dos de la central nuclear. Las mediciones han alcanzado los 530 sieverts por hora, lo que provocaría la muerte de una persona tras una corta exposición.

Tokio activó la alarma en el país tras descubrir el origen del repentino aumento del nivel de radiación en la zona de la instalación nuclear: un agujero de unos dos metros de diámetro en el reactor ‘Número dos’ que ha provocado una fuga. En su informe más reciente sobre la situación de Fukushima I, explican que la fuga se encuentra en una rejilla metálica por debajo y dentro del recipiente de presión del reactor.

La brecha fue descubierta gracias a un brazo mecánico con una cámara que grabó esta zona, prácticamente inaccesible, del interior del reactor. El agujero habría sido provocado por una de las fugas de combustible nuclear fundido que afectó a la central y que afectó directamente al recipiente. Dichos restos de combustible fueron localizados en torno al agujero.

Desde el accidente provocado por el tsunami de 2011, el nivel más alto de radiación alcanzó los 73 sieverts por hora, una cantidad ya de por sí muy peligrosa, ya que sólo 8 sieverts pueden resultar fatales para un ser humano. Esta cifra ha batido todos los récords hasta la fecha, hasta llegar a los alarmantes 530 sieverts por hora.

Los niveles de radiación registrados son ahora tan altos que hasta las máquinas más avanzadas nos lo pueden soportar y quedan destruidas tras apenas dos horas de exposición. Por este motivo, mientras se investiga el alcance total de la fuga radiactiva, Japón está estudiando un plan de contención y desmantelamiento total de la central.

Unos meses atrás, un robot que portaba una bomba de agua de alta presión fue evacuado de la zona del desastre nuclear, cuyos niveles de radiación superan a los del accidente de Chernobyl. El robot estaba destinado a labores de limpieza pero tuvo que ser retirado de la zona tras sufrir daños en su cámara a causa de la alta contaminación por desechos nucleares.

El aparato estaba diseñado para aguantar hasta 1.000 sieverts de exposición acumulada (unidad que mide la dosis de radiación absorbida por la materia viva) y hasta 530 sieverts por hora, pero el incidente ha llevado a los expertos a reevaluar los niveles de radiación dentro del dañado reactor número 2, donde esta se detectó el orificio de unos dos metros de diámetro por el que se podrían estar liberando esas 300 toneladas diarias. Si una persona se expusiera a 530 sieverts, moriría en el acto.

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