🚂 El ingeniero belga que testimonió la conquista del “far west” chileno
A fines del siglo XIX cuando Chile vivía el “auge del salitre”, el Estado recluta ingenieros en Europa para construir las líneas de ferrocarril que conectarán el centro de Chile, en la Araucanía. En su afán por conquistar las tierras que pertenecieron por más de tres siglos a los Mapuches, pueblo originario de la Patagonia, el gobierno chileno estableció una política colonial, a través de la cual, de 1882 a 1890, mas de 7.000 colonos de origen europeo se establecieron en la Araucanía.
Gustave Verniory joven ingeniero belga de 24 años, llega a Collipulli, Chile, en 1889. Trabajó inicialmente para el gobierno del presidente Balmaceda y luego, tras la caída de 1891, es reclutado por empresas privadas. Verniory será responsable de la construcción de vías férreas en la región.
En la Araucanía, la lluvia está muy presente. Las carreteras son intransitables en ciertas estaciones y la navegación fluvial es demasiado limitada. De manera tal que el tren es una alternativa óptima como medio de transporte para acompañar el progreso nacional. Gustave Verniory también será nombrado para construir puentes y canales de riego. El gobierno de Chile planea construir una red ferroviaria como un medio de control y desarrollo de la tierra.
Pero hizo mucho más que eso. Simpático, curioso, activo, con una capacidad de adaptación extraordinaria, se hace amigos entre jefes y subordinados. En la agitada región de la frontera aprende a montar, a usar el lazo y a disparar un enorme revólver Bulldog. Usa desmesuradas espuelas, se aficiona a la cazuela y bebe copiosamente. Hasta solucionó problemas de orden público, se mezcló entre los mapuches y contó todo en su excepcional libro Diez años en Araucanía.
A medida que la línea férrea avanza por el corazón de la Araucanía, Verniory entra en contacto más íntimo con los mapuches. Asiste a sus ceremonias, es invitado a fiestas y juegos de chueca. Se hace amigo de los caciques y comercia con ellos.
Esta convivencia lo lleva a interesarse en su lengua y contrata un joven profesor mapuche. “Pago a mi maestro una chaucha, veinte centavos por hora, más una botella de aguardiente cada quinta lección. Esos días la alegría de mi profesor no tiene límites”. Tiempo más tarde llegará a colaborar con el padre de la lingüística chilena, el profesor Rodolfo Lenz, en la confección de un importante diccionario mapuche.
Gustave Verniory está tan interesado en el pueblo Mapuche y su cultura que apunta una gran cantidad de información acerca de ellos en sus cuadernos y lleva consigo a Europa muchas fotografías y objetos mapuches. No es indiferente a la situación de esta comunidad que súbitamente debe someterse a una cultura extraña y anticipa en uno de sus libros que los indios independientes ya no existirán.
“Los mapuches han sido reclutados y luego desplazados para permitir que el Estado explote sus tierras. Es así como nace una pequeña sociedad multiétnica y cosmopolita fundada en la Araucanía. Se oye hablar en español, francés, alemán, inglés, italiano, irlandés, ruso, todas las lenguas imaginables”, escribió Gustave.
La guerra civil de 1891 lo encuentra trazando la línea férrea a Temuco. Aunque los combates ocurren en el norte, la Araucanía no queda a salvo del conflicto. Aquellos incautos que circulan por la calle son apresados y reclutados a la fuerza. Los obreros del ferrocarril no quedan exentos de este secuestro fiscal.
Verniory describe el procedimiento:
“Una hermosa noche, cerca de las dos de la mañana, un capitán reclutador llega de improviso y rodea la faena con un cordón de soldados que, a una orden, se lanzan sobre el campamento aullando y descargando sus fusiles al aire. Los peones, despertados con sobresalto, se precipitan fuera de sus barracas y son tomados inmediatamente. Algunos logran escapar y tratan de llegar al bosque, cuando una descarga derriba a dos. Yo los vi al día siguiente: uno estaba en camisa y tenía el cuerpo atravesado de parte a parte. El otro, que había dormido vestido, había recibido una bala en la espalda y respiraba todavía”.
Su legado incluye fotos y escritos que relatan sus diez años en la Araucanía (1889-1899) en un diario de viaje que es la principal fuente de la historiografía sobre la historia de Chile después de la conquista de la región en 1883. Las fotografías y escritos Verniory han sido el objeto de una exposición realizada en el Museo de la memoria, en Santiago de Chile, por su valor histórico y descriptivo de la vida cotidiana e íntima de comunidades mapuches y la Araucanía.