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Male, capital de Maldivas, tiene una población de más de 120.000 personas, aproximadamente un tercio de la población. Este atolón se encuentra a poco más de un metro por encima del nivel del mar.

De acuerdo con estimaciones de la ONU, 250 millones de personas, se verán obligadas a exiliarse a causa del cambio climático promediando el año 2050. Una cuestión humanitaria y geopolítica importante, y sin embargo mantenida sistemáticamente a un lado en las negociaciones internacionales.

Los cambios ambientales se han convertido en un factor importante, si no el principal, de la migración y del desplazamiento de personas en el mundo. Este cuestionamiento conjunto de parte de investigadores y organizaciones no gubernamentales, anunció la extensión de un fenómeno cuya aceleración ahora ubica el tema de los refugiados climáticos en el centro de las cuestiones humanitarias.

En Flevoland, Holanda, los diques han transformado las marismas en tierras agrícolas. La región está casi en su totalidad bajo el nivel del mar protegida por bombas eléctricas y continúa hundiéndose a medida que se seca.

Mientras que Jefes de Estado y de Gobierno, y negociaciadores internacionales están tratando de avanzar en la lucha contra el calentamiento global, la presidencia de Donald Trump presagia un futuro oscuro en esta materia con un mortal paso atrás, un año después de la firma del Tratado de París, por el cual el mundo se compromete a mantener el calentamiento global “muy por debajo de 2° C”. No hay tiempo para posponer las cosas.

En el 2015 solamente, y de acuerdo con las figuras de los Desplazamientos Internos (IDMC), 18,9 millones de personas han sido desplazadas dentro del ámbito de las condiciones climáticas extremas.

“Los movimientos de población procedentes del medio ambiente siempre han existido en la historia de la humanidad. Sin embargo, el 85% de los eventos climáticos extremos que obligan a las personas a exiliarse ahora están vinculados al calentamiento global. Este es un factor nuevo”, explica François Gemenne, politólogo y director ejecutivo del programa político de la tierra.

De todos los desplazados por razones ambientales, 55% huyen de las inundaciones y 29% de las tormentas. Según François Gemenne, tres regiones que corresponden a tres tipos de fenómenos ambientales se ven particularmente afectados por estos eventos extremos.

El África subsahariana, con relevantes sequías y degradación del suelo. Un impacto catastrófico en una región en la que más de la mitad de la población depende de la agricultura. Asia del Sur y del Sudeste, las regiones más pobladas del mundo, ya que son las más expuestas a tifones y otras tormentas.

Un equipo de trabajadores de Bangladesh termina la construcción de una “geo-tubo”, un cilindro de contención relleno de arena. Servirá de protección durante la temporada de monzones a la Isla Meedhupparu. La isla esta erigida sobre un atolón de coral. Sus playas están en constante movimiento bajo la acción del viento.

Por último, los pequeños estados insulares, son también especialmente vulnerables a la subida de los mares, de lo que depende su propia existencia. En la larga lista figuran las islas del Pacífico, las Islas Marshall, Polinesia, Maldivas, así como también unas 7.000 islas Filipinas y 100 millones de personas, o Malasia y sus 27 millones de habitantes.

La aldea de Pariahan, a unos 25 km al norte de Manila está inundada y medio abandonada. El pueblo nunca ha estado conectado al continente por carretera, sólo por barco. Sus habitantes viven de la pesca y la acuicultura de chanos, tilapias, camarones, cangrejos y mariscos. El nivel de las aguas se elevó a razón de un metro cada 10 años desde 1990.

Siempre según la IDMC, India, China, Nepal, y Birmania también están incluidos en la lista de los países más vulnerables al cambio climático. Sin embargo, sus efectos también alcanzaron a países desarrollados, con las consecuencias de la subida del Danubio, lo que preocupa a la mayoría de los estados balcánicos, incluidos los romaníes.

Si hay un denominador común a las muchas realidades del cambio climático es que las poblaciones más vulnerables son las primeras víctimas.

Temporal o permanente, regional o internacional, el desplazamiento de la población debido a los cambios climáticos es diferente en el espacio y en el tiempo, por lo tanto muy difícil de cuantificar. De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el impacto meteorológico del cambio climático puede dar lugar a dos factores independientes de emigración: los procesos climáticos, como el aumento del nivel del mar, la salinización de las tierras agrícolas, eventos vinculados a desertificación y la creciente escasez de agua, y los cambios en el clima, como inundaciones, tormentas e inundaciones causadas por el repentino aumento en el nivel de los lagos glaciares.

Parola Biondo, distrito del puerto de Manila, es el hogar de 20.000 personas que viven entre las instalaciones portuarias y la desembocadura del río Pasig. El río serpentea a través del centro de la ciudad de Manila, y lleva una gran cantidad de residuos, que luego se deposita bajo las casas sobre pilotes. Los barrios pobres se han extendido en las marismas a lo largo de la costa y en las vías navegables, que son zonas muy sensibles a las inundaciones debido a las tormentas y el aumento del nivel del mar.

Sin embargo, contrariamente a la creencia popular, la gran mayoría de estos desplazamientos forzados son a nivel nacional. Detrás de esta realidad, también se enmarcan situaciones de empeoramiento y de gran pobreza.

“La gente se va para sobrevivir. Dejan un lugar vulnerable por otro igualmente vulnerable. Para ellos, el exilio es interminable. Pero para otros, la situación los obliga a cruzar fronteras, para establecerse en otro territorio”, dijo François Gemenne.

El caso de ciertas islas amenazadas por el aumento de las fuerzas de inmersión del agua nos lleva colectivamente a replantear el concepto de límites geográficos. Los isleños se convertirán en apátridas de hecho, lo que desencadena una incógnita acerca del modo de considerar un estado cuyo territorio ha desaparecido.

Refugiados, desplazados, emigrantes, sigue existiendo una falta de precisión en torno a la definición de quienes son empujados hacia nuevos destinos por cambios climáticos. En 1985, las Naciones Unidas intentó una primera aproximación, en la creencia de que sea considerado refugiado ambiental “cualquier persona obligada a abandonar su vivienda tradicional de forma temporal o permanente debido a un fuerte deterioro del entorno que le trastorne la vida y desequilibre seriamente su calidad de vida”.

Esta definición no tiene consenso y las discusiones internacionales continúan tropezándose con la definición de la condición de refugiado climático. Por otro lado, sigue siendo difícil nombrar estos movimientos de migración global, ya que los factores que los causan son muchos y, a menudo relacionados entre sí.

La iglesia parroquial cerca Binuangán fue construida en 1945. Su piso tuvo que ser elevado tres veces a razón de un metro cada 10 o 11 años desde 1990, debido a la subida de las aguas.

Un agricultor en el África subsahariana frente a la degradación del suelo como sequía, inundaciones o desertificación, toma la decisión de instalarse en la ciudad en un primer momento pero no encuentra suficientes fuentes para ganarse la vida, entonces intenta llegar a Europa. ¿Se lo considera como emigrante climático o económico? Para la OIM, esta clasificación es importante.

Saber si hay que calificar a las personas desplazadas por el cambio climático como “refugiados climáticos” o como “emigrantes climáticos” no es sólo cuestión de semántica. Dependiendo de si vamos a aceptar cualquiera de las definiciones, las implicancias en el derecho internacional se traducirán en obligaciones muy reales para la comunidad internacional.

En la actualidad, la Convención de Ginebra, firmada en 1951, sobre la Condición Internacional de los Refugiados, precisa que le concierne a cualquier persona sujeta a un “temor bien fundado de persecución”, excluyendo así a los refugiados climáticos. Sin embargo las cosas están empezando a cambiar. Suiza y Noruega están detrás de la iniciativa Nansen, adoptada en octubre de 2015 por 109 Estados.

En la pequeña ciudad de Rodanthe en la isla Hatteras, Carolina del Norte, abundan las casas de vacaciones ancladas en la arena sobre pilotes. Estas casas fueron gravemente dañadas por los huracanes que azotan regularmente la región de los Outer Banks, desfigurando la línea de costa.

Definiendo una “agenda de protección”, esta iniciativa tiene como objetivo construir un marco jurídico internacional sobre la cuestión de los refugiados climáticos transnacionales. Sin embargo aún no se aplica. Se hace urgente la implementación de políticas nacionales que anticipen y protegan a las personas afectadas. Por lo tanto, el tema de la migración climática no se entendería sólo como una condición urgente para la supervivencia, sino que podría ser planificado y visto como una estrategia para adaptarse al futuro.

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