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Accesible sólo para buceadores y para la vida marina, el Museo Atlántico que cuenta con más de 300 esculturas del artista internacional Jason deCaires Taylor, se encuentra en las profundidades de la isla española de Lanzarote, no lejos de la costa de Marruecos, en el Océano Atlántico.

Sumergido a profundidades entre 12 y 15 metros sobre el fondo marino de la bahía de Las Coloradas, las enigmáticas figuras humanas ayudan a formar parte de un arrecife artificial, actuando como hogar de especies locales.

El artista trabajó en el proyecto del museo esculpiendo con un tipo especial de hormigón de pH neutro, sin metales ni otros materiales corrosivos para evitar efectos negativos sobre los ecosistemas marinos o la flora y fauna local, que conservará las figuras durante 300 años en las mismas poses cotidianas, ya sea mirando el teléfono móvil, arrastrando una maleta o vagando sin rumbo fijo por el subsuelo marino.

“La forma humana está tan integrada en nuestra psique que la reconocemos aunque cambie mucho. Creo que empatizamos más con las cosas en las que vemos una parte de nosotros. Quería que eso nos conectara. El profundo mundo subacuático parece un lugar absolutamente ajeno, separado de nosotros. Quería poder usar las obras para sentir la conexión con el espacio.”

En una primera tanda de estatuas, llamada El Rubicón,  todas las figuras se dirigen hacia el mismo destino, el umbral de una puerta que conecta el Atlántico con la superficie del museo.

Las imágenes nos invitan a reflexionar: ya sea la estructura de un barco para concientizarnos sobre la crisis migratoria sufrida día a día en las costas de Lampedusa, en Italia; o una pareja haciéndose un selfie que llama la atención sobre el uso que le damos a la tecnología en esta cambiante sociedad.

“Me asombró lo rápido que se desarrollaron las cosas. Creo que la biomasa marina de la instalación ha crecido en un 200 por ciento. Ahora hay bancos de miles de sardinas. Hay tiburones ángel, rayas mariposa. Toda una cadena de especies ha aparecido en una zona en la que hace tan solo dos años no había nada”.

Algunas de las esculturas han sido completamente envueltas por grandes esponjas naranjas. Han crecido varias especies diferentes de algas, algunas realmente preciosas. Hay plantas rojas y verdes que se mueven con la corriente.

Lanzarote se une a la innovación de los museos bajo el agua, que decoran los mares de todo el mundo. En Egipto podemos visitar la ciudad sumergida de Cleopatra, llena de tesoros de la mejor época del imperio del Nilo.

DeCaires, el autor de las esculturas de Lanzarote, también creó figuras marinas que yacen en el fondo del Caribe mexicano, y en la isla de Granada, un pequeño país en las Antillas Menores.


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