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Contaminación del agua, uso de sustancias químicas tóxicas y desechos textiles: la moda rápida tiene un costo enorme para el medioambiente.
Es difícil amar nuestra ropa y seguir usándola durante más tiempo cuando nos enfrentamos a una tentadora variedad de novedades en las tiendas. Pero antes de correr a las liquidaciones de verano de esas ofertas irresistibles, piensa seriamente en el impacto de la moda rápida en el medio ambiente.

La moda rápida se centra en la velocidad y los bajos costos para ofrecer nuevas colecciones que cambian vertiginosamente. Es particularmente dañina para el medio ambiente, ya que la presión para reducir los costos y el escaso tiempo que lleva acabar un producto desde su diseño hasta la vidriera donde intentará tentarte significa que es más que probable que se violen procedimientos de cuidado ambientales. Las críticas hacia la moda rápida incluyen temas como su impacto ambiental negativo, la contaminación del agua, el uso de productos químicos tóxicos y el aumento de los niveles de desechos textiles.

Colores vibrantes, estampados y acabados de tela son características atractivas de las prendas de moda, pero muchas de ellas se logran con productos químicos tóxicos. El teñido textil es el segundo mayor contaminante de agua limpia a nivel mundial, después de la agricultura.

La campaña Detox de Greenpeace ha sido fundamental para presionar a las marcas de moda para que tomen medidas en la eliminación de los productos químicos tóxicos de sus cadenas de suministro, después de probar varios productos de marcas y confirmar la presencia de sustancias químicas peligrosas. Muchas de éstas están prohibidas o estrictamente reguladas en varios países porque son tóxicos bioacumulativos (lo que significa que la sustancia se acumula en un organismo más rápidamente de lo que el organismo las puede excretar o metabolizar), perjudiciales a nivel hormonal y cancerígenos.

El poliéster es el tejido más popular utilizado para la moda. Pero cuando las prendas de poliéster se lavan en máquinas de lavado domésticas, arrojan microfibras que se suman a los niveles crecientes de plástico en nuestros océanos. Estas microfibras son diminutas y pueden pasar fácilmente a través de las plantas de tratamiento de aguas residuales y de ahí a nuestras vías fluviales, pero debido a que no se biodegradan, representan una grave amenaza para la vida acuática. Pequeñas criaturas como el plancton comen las microfibras, que luego ascienden en la cadena alimenticia hasta los peces y los mariscos que comen los humanos.

El impacto devastador del uso de sustancias químicas tóxicas en la agricultura para cultivar algodón ha sido demostrado. El cultivo de algodón requiere altos niveles de agua y pesticidas para evitar el fracaso de las cosechas, lo que puede ser problemático en los países en desarrollo que pueden carecer de inversión suficiente y estar en riesgo de sufrir sequía.

La mayoría del algodón cultivado en todo el mundo está genéticamente modificado para ser resistente a las plagas de gusanos, lo que mejora el rendimiento y reduce el uso de pesticidas. Pero esto también puede conducir a problemas más adelante, como la aparición de “supermalezas” que son resistentes a los pesticidas estándar. A menudo necesitan ser tratados con pesticidas aún más tóxicos que son dañinos para el ganado y los humanos. Mientras tanto, el uso general de algodón orgánico representa menos del 1% por ciento del total mundial cultivo anual de algodón.

Además el desperdicio de textiles es una consecuencia involuntaria de la moda rápida, a medida que más personas compran más prendas y no las mantienen tanto tiempo como solían hacerlo. La expansión internacional de los minoristas de moda rápida agrava el problema a escala mundial. Los armarios en las naciones desarrolladas están saturados, por lo que para vender más productos, los minoristas deben tentar a los compradores con una novedad constante y convencerlos de que los artículos que ya tienen no están de moda.

Entonces, ¿pueden los consumidores reducir el costo ambiental de la moda rápida cuando salen de compras? Elegir un tejido ecológico es complejo, ya que existen ventajas y desventajas para todos los tipos de fibra. Las prendas que están etiquetadas como hechas de fibras naturales no son necesariamente mejores que las sintéticas, ya que la elección de la fibra es solo una parte de una imagen compleja. Las fibras aún tienen que ser hiladas, tejidas, teñidas, acabadas, cosidas y transportadas, con los diferentes impactos ambientales que implica cada etapa.

Un desfile, organizado por la Greenpeace y modistas locales, se llevó a cabo en Rancaekek, Indonesia, en medio de arrozales cuya agua proviene del río Cikijing, un afluyente del Citarum, uno de los más contaminados del mundo para denunciar la toxicidad de los procesos textiles.

Greenpeace protestaba de esa forma contra la industria textil de la región que cotidianamente arroja desperdicios tóxicos en el Citarum, transformado en un inmenso basurero acuático.

Como consumidor, al momento de tomar una decisión debes tener en cuenta que elegir telas orgánicas es mejor que elegir telas no orgánicas en términos de los químicos utilizados para cultivar las fibras, pero el algodón orgánico todavía requiere grandes cantidades de agua y el impacto del teñido es mayor que el impacto del teñido de poliéster. La mejor opción sería adquirir prendas color crudo, sin titntura alguna.

El material reciclado es el mejor de todos, ya que reduce la presión sobre los recursos vírgenes y aborda el problema creciente del manejo de desechos. Por ejemplo, Patagonia fue la primera marca de ropa para exteriores en fabricar materiales de poliéster con botellas de plástico. En 2017, decidió racionalizar sus gamas de camisetas y, desde la primavera de 2018, ofrecerá solo dos opciones de tela de algodón 100% orgánico o una mezcla de algodón reciclado y poliéster reciclado, reconociendo que incluso el algodón orgánico tiene un impacto ambiental negativo.

Por otra parte, la iniciativa Love Your Clothes de la organización benéfica británica Wrap brinda información a los consumidores en cada etapa del proceso de compra, desde la compra más inteligente, hasta el cuidado y la reparación de artículos, el reciclaje o personalización y finalmente la eliminación responsable. En definitiva, lo mejor que podemos hacer es mantener nuestra ropa en uso por más tiempo y comprar menos cosas nuevas.

Con la publicación de datos que revelaron altos contenidos de tóxicos en primeras marcas internacionales, Greenpeace consiguió el compromiso social y medioambiental de una importante cantidad de empresas —minoristas y proveedores internacionales—, entre ellas una buena parte de las empresas que lideran el sector de la moda rápida en el mundo. El año 2020 quedó marcado como fecha en la que la industria quedará libre de la utilización de cualquier residuo tóxico y hará realidad el pacto de transparencia en cada etapa del proceso.

Existen diversas iniciativas en el mundo que apuntan a darle fin al consumo indiscriminado de indumentaria, a valorizar las prendas que tenemos, a detener la escalada consumista y al mismo tiempo gestionar intercambios o donaciones; aunque en tu lugar no exista una organización específica, puedes reflexionar antes de comprar y discutir el tema con tu familia y tus amigos. Valora lo que tienes. Las iniciativas y gestos personales hacen una gran diferencia e inspiran a otros.

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