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El consumo colaborativo no es un concepto nuevo; de hecho, el intercambio entre los seres humanos ha existido desde los orígenes de la civilización.

Siempre ha habido prácticas de economía colaborativa, que implican la compra o el uso compartido de bienes como sucede en los mercados de pulgas, el trueque o las ventas de garaje, pero lo que ha permitido el crecimiento explosivo actual es el acceso a Internet.

La era digital de las aplicaciones móviles gratuitas y la penetración de Internet ha conectado a las personas a través de husos horarias, culturas e idiomas. Ha proporcionado un medio para que los proveedores muestren sus productos a una base de clientes mucho más grande y sin ningún tipo de barreras.

En los últimos años, los proveedores de servicios no sólo han hecho de la economía colaborativa un pilar, sino que han invertido consecutivamente en consolidar los servicios mediante la ampliación de la eficiencia. Tratan directamente con los consumidores, quitando el costo y el tiempo de la ecuación.

Seguramente has oído hablar o has utilizado alguna de estas aplicaciones: CouchSurfing es un servicio de alojamiento hospitalario accesible a través de un sitio web y una aplicación móvil en la que “los surfistas” abren sus casas y comparten sus vidas. Coviajero es una comunidad que pone en contacto conductores y pasajeros que quieren hacer el mismo viaje. Comparten los gastos del viaje y la buena onda. Xiaozhu, la versión china de Airbnb. OLX es otra plataforma que te permite comprar o intercambiar lo que ya no necesitas sin intermediarios. Uber, la compañía de taxis más grande del mundo sin poseer ningún vehículo. Airbnb, el mayor proveedor de alojamiento del mundo, no posee bienes inmuebles. EcoBici, YaQueVoy, Muvit, … ¡Algo interesante está sucediendo!

Piénsalo objetivamente… tu cortadora de césped se usa durante cuatro horas al año promedio. El taladro eléctrico lo usarás sólo unas horas a lo largo de su vida útil. El automóvil promedio no circula durante 24 horas al día, e incluso cuando se usa normalmente, hay tres asientos vacíos. Al tomar consciencia de esta realidad y en pos de la sostenibilidad, personas de innumerables comunidades se agrupan, prestan, proporcionan acceso compartido, dan, alquilan y comparten sus recursos a través de redes confiables. El consumo colaborativo no es sólo una palabra de moda, ¡es una forma de vida!.

Éste es el primer nuevo paradigma económico desde el advenimiento del capitalismo y el socialismo. ¡Claro que sí! Antes, las empresas estaban formadas por personas y bienes. Ahora hay una tercera categoría: las personas como negocios. Esto tiene el efecto de devolver al mundo a una antigua forma de economía.

Esta idea de economía colaborativa es cada vez más importante como medio de consumo sostenible haciendo posible compartir recursos, gastos, conocimiento, intercambiar o permutar, ayudarse unos a otros entre vecinos o compañeros, alquilar una  propiedad como su casa, su automóvil , o equipo de trabajo, y comprar sin pasar por un intermediario.

Alguna vez, poseer tener varios autos en una misma familia fue un símbolo de estatus. Pero hoy, con el desarrollo de este nuevo concepto de economía, muchos jóvenes de la generación del milenio ven más valor en ser una familia con uno solamente o incluso ninguno mietras eligen utilizar servicios como Uber, Cabyfi, CarGo y otros para usar automóviles sólo cuando lo necesitan.

La economía colaborativa redefine el modo en que la tecnología y los cambiantes valores económicos y ambientales están transformando las repuestas, radicalmente, a las preguntas básicas como quién, qué, dónde, cuándo y cómo de la producción y el consumo de bienes y servicios.

Este nuevo paradigma se basa en argumentos coherentes, creativos, solidarios y sostenibes, indicadores claros de que la forma en que hicimos negocios y el consumismo que imperó en el Siglo XX no es la forma en que lo haremos en el Siglo XXI.

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