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En San Pedro La Laguna, Guatemala, la población, en su mayoría de la etnia tz’utujil, vive del comercio y del turismo, pero la contaminación de las aguas del Lago Atitlán ha sido una de las mayores preocupaciones durante años.

Los residentes han decidido despertar su conciencia cívica para preservar el medioambiente. Simplemente prohíben el uso del plástico para preferir las prácticas heredadas de sus antepasados. Una verdadera revolución.

Desde 2016, los ciudadanos de San Pedro La Laguna ya no usan bolsas de plástico a diario. Una ley, votada por mayoría por su Concejo Municipal, prohíbe definitivamente el uso de plástico en su ciudad y castiga a los que no respetan la norma. Un regreso a la razón terriblemente inspirador.

Se trata de una comunidad de sólo 1000 pobladores, que se ha convertido en un ejemplo mundial en la lucha contra la contaminación por plástico. Ya en 2016 y tras una consulta con miembros de la comunidad, el Alcalde de San Pedro La Laguna, Mauricio Méndez, prohibió la venta y distribución de bolsas de plástico, pajillas de plástico y el icopor.

El objetivo era preservar su Lago de Atitlán, que se había convertido en un vertedero de basura. Este pequeño municipio que da el ejemplo en todo el mundo volvió a utilizar servilletas de tela, cestas tejidas u hojas de plátano para transportar productos comprados en el mercado.

“Está es nuestra propia voluntad, nadie nos obliga”, aseguró Nicolás Tumax , representante de los pescadores quienes también están organizados para recoger la basura que flota en los alrededores de la comunidad.

Durante esta limpieza, Tumax aseguró que extraen entre 600 y 700 bolsas de basura del Lago Atitlán todo el año, utilizando sus propios recursos. Además han implementado un sistema de separado y reciclado de residuos, emprendimiento poco usual en Guatemala.

Prácticas ancestrales

Los comunitarios buscan retomar las prácticas ancestrales que tuvieron sus abuelos, para preservar la naturaleza: “Nuestras bolsas del bosque, si se echan a perder, se convierten en abono. Ahora, las bolsas plásticas no se degradan, contaminan. Si nosotros regresamos a las prácticas ancestrales, ellos no usaban bolsas plásticas”.

“Este proyecto no genera votos por eso es que pocos se atreven a tomar esta decisión. En menos de un año se redujo el 80% del consumo de estos productos”, expuso Méndez.

Méndez agrega que uno de los abuelos del pueblo le expresó con certeza: “mis nietos y mis hijos van a nadar y a pescar, dónde yo nadé y pesqué hace 50 años”…


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