🌊 Kivalina, el hundimiento inexorable de una isla
En esta población isleña de Alaska carcomida por la erosión, los 450 habitantes de la pequeña comunidad Inuit o Esquimal, podrían ser los primeros refugiados climáticos del continente americano. Esta vez, escaparon al inminente final. Pero ¿hasta cuándo? En la noche del 21 al 22 de noviembre 2017, los Inuit de la comunidad de Kivalina, 130 km al norte del círculo polar ártico en el noroeste de Alaska, han estado dos días y una noche en vilo.
Las advertencias de marejada e inundaciones emitidas por el Servicio Meteorológico Nacional habían preparado a los 450 habitantes de esta aldea insular, la mitad de los cuales son menores de 18 años, para la idea de trasladarse hacia la escuela, un edificio sobre pilotes que sirve como refugio colectivo cuando se desata la naturaleza.
El informe meteorológico anunció vientos del suroeste del estrecho de Bering, empujando olas de más de dos metros a Kivalina: una lengua de arena negra de 13 km que no llega a los 3 m de altura. Afortunadamente, trozos de hielo amontonados en la playa, salvaron las viviendas desprovistas de agua corriente y alcantarillado debido a las aguas crecientes.
“El fuerte aumento en el nivel del mar causado por las depresiones no es inusual en esta temporada, pero el hielo fijo, que siempre ha formado una barrera natural ha adelgazado de manera espectacular en los últimos años”, dice Reploge Swan, de 43 años.
Bombero voluntario, líder socorrista voluntario, sepulturero, capitán ballenero y padre de seis niños de edades comprendidas entre 13 y 5 años, “Reppi” es una figura clave en la isla para cualquier servicio público donde no hay más que una escuela y una oficina de correos.
Los registros de temperaturas muestran que la región ártica de Alaska se ha modificado más rápido que el resto de los Estados Unidos y Canadá. Para la gente de Kivalina, el mayor cambio está en el hielo. Lo que una vez fue confiable ahora es cualquier cosa menos eso. Una fisura, un agujero cubierto de nieve podría crujir y abrirse causando una trágica caída en aguas heladas.
El Cuerpo de Ingenieros del Ejército sostiene que, dentro de 10 años, esta isla ya no será un lugar viable para vivir; los habitantes serán desalojados efectivamente de sus hogares por el cambio climático. Para el 2100, hasta 13 millones de personas que viven en las regiones costeras de Estados Unidos y cientos de millones de personas en todo el mundo podrían verse desplazadas por el cambio climático.
La mayoría de las agencias mundiales encargadas de lidiar con el cambio climático no han evolucionado lo suficiente como para abordar el problema de manera adecuada. Algunos otros esfuerzos aislados, incluido el Acuerdo Climático de París, están tratando de transformar el statu quo mundial, pero los intereses económicos continúan abrumando estos esfuerzos.
En ninguna otra parte la tensión es más evidente que en Alaska, un estado adicto al petróleo que literalmente se está derritiendo bajo el peso del cambio climático.
Contra este telón de fondo desalentador, los ciudadanos de Kivalina están emergiendo como pioneros, navegando en una maraña de desafíos logísticos para defender su propia reubicación. Las ciudades y pueblos en similares ubicaciones han acaparado titulares para decidir que deben mudarse debido al cambio climático. Y ahora la gente de Kivalina nos está mostrando, un paso adelante lo que sucederá después.
Quizás el futuro incierto del cambio climático pueda ser manejado. Y tal vez se pueda evitar la agitación masiva que se cierne hoy sobre varias partes vulnerables del mundo.