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Malcolm Randle organiza jornadas para recolectar basura recuperable en la costa de Vicente López, (Provincia de Buenos Aires, Argentina) y así consigue su materia prima.

Hace 10 años, cuando estaba terminando la secundaria, Malcolm Rendle tuvo que escribir una monografía sobre la contaminación global y lo impresionó la gravedad de esa problemática. Tras unos años, eso se volvería el puntapié inicial para un proyecto de cambio y concientización.

Vecino de San Isidro, hacía planes con amigos que siempre incluían paseos por la costa de zona Norte. En 2017, mientras corría por el Paseo de la Costa de Vicente López, su vista se nubló con la cantidad de residuos plásticos que opacaban el paisaje. 

“Me pareció una locura que un lugar tan lindo tuviera un contraste tan feo, lleno de botellas y piezas plásticas en la orilla del río”, cuenta.

En ese momento se dio cuenta de que tenía que hacer algo para “abrirle los ojos a la sociedad”. 

“Quería que las personas vieran que todo el plástico que tiramos afecta al océano y está matando muchísimas especies marítimas. Porque, al fin y al cabo, el plástico se va transformando en piezas más chiquitas -microplásticos- y nos lo estamos comiendo”, explica Malcolm, que desde chico practica la separación de residuos en su casa.

De esta manera, surgió Bond Eyewear, una marca de anteojos 100% realizados con botellas y objetos reciclados que tiene como objetivo fomentar un vínculo entre la sociedad y el medio ambiente.

Cada dos semanas, Malcolm organiza jornadas de recolección y limpieza -clean ups- en la costa de Vicente López con los vecinos.

“La semana pasada estuvimos dos horasjuntamos 84 kilos de plástico. Los que pasaban caminando preguntaban qué hacíamos y se sumaban. Está bueno que cada uno tome conciencia que, desde su lugar, puede ayudar”.

Si bien el proceso de creación de los anteojos no fue fácil y duró casi dos años, lo logró. Luego de recoger el plástico en el río, se envía a una planta de reciclaje. Allí se convierte en pellets -pedazos diminutos de plástico- que se funden en una máquina de inyección y se colocan en un molde de armazón.

“Es muy loco pensar que con una botella de un litro y medio, que antes flotaba en el río, ahora hacemos un par de gafas”, comenta.

Se define como un “estudioso autodidacta” que se informa a diario sobre el cuidado del medio ambiente con libros y películas. Y admite que, aunque las leyes ambientales están creciendo, falta información y políticas públicas que cooperen.

Además, reconoce que constantemente busca otras maneras de reutilizar el plástico sin producir desechos.

“Lo que hacemos en Bond es: si algún día te cansás de tus anteojos y querés cambiarlos, nos los traés, los reincorporamos al proceso de reciclaje y te hacemos un descuento en los próximos. Para que así, todo forme parte de esta gran familia y generemos cero desperdicio”, menciona.

Este mes inaugura un local en Palermo con sus 68 modelos y nuevas propuestas para unirse a la concientización sobre el medio ambiente.

Para conocer más acerca de este emprendimiento cliqueá su la página de Facebook 


clarin.com

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