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Después de haber estudiado durante seis años en Japón, regresando a su país natal, Perú, Marino Morikawa encontró uno de sus lugares favoritos y queridos de vacaciones en su infancia, casi condenado a desaparecer: la laguna (humedal) de Chancay, El Cascajo, estaba contaminada, cubierta de “lechuga acuática”, una maleza que ataca la biodiversidad de los lagos y espacios fluviales, formando una masa compacta en la superficie del agua y evitando el paso de oxígeno.

Morikawa recorrió el área, proyectó una solución y comenzó por colocar una serie de filtros casi artesanales y de fabricación local hechos con materiales disponibles en cualquier ferretería, para restaurar la calidad del agua en el área. A la técnica de filtrado le sumó una solución orgánica que agregada al agua permite clarificarla.

Inicialmente, Morikawa había calculado que el proceso tomaría casi seis meses, pero no tardó más de quince días, luego de lo cual 70 especies de aves y 3 peces reaparecieron en las cercanías.

A finales del 2011, mientras realizaba un doctorado en tratamiento de aguas residuales, presentó a la universidad japonesa de Tsukuba un proyecto para realizar monitoreos ambientales y así rescatar el lago Titicaca ofreciendo la nanotecnología como solución. 

Para poder realizar este proyecto solicitó permisos a las autoridades respectivas del departamento de Puno, sin embargo, no procedieron. Para el año 2015 inició un replanteo en su propuesta, señaló su meta específicamente que era descontaminar en 15 días dos kilómetros del lago, bautizando el proyecto piloto como Reto 15-Titicaca.

En setiembre del mismo año, el Ph. D. en Ingeniería Ambiental y su equipo iniciaron la limpieza con la finalidad de reducir, al menos, un 3% de la contaminación, y recién este año compartió los resultados confirmando la descontaminación de dos kilómetros del Lago Titicaca.

El sistema utilizado se basa en dos métodos. El primero es crear un “micronanoburbujeo” con la ayuda de recipientes que poseen mangueras y filtros. Esto sirve para devolver el oxígeno a las aguas. El segundo método consiste en emplear una solución orgánica para clarificar y limpiar el agua sin alterar la fauna.

Las aguas del Titicaca tienen una coloración verdosa por las bacterias dañinas que amenazan la biodiversidad. Los desagües de más de 134 mil puneños desembocan también en este lago. La contaminación es grande y el proyecto, por el momento, sólo descontaminará un pequeño porcentaje. Sin embargo, es una oportunidad para proponer un plan a escala mayor.

Actualmente, Morikawa y su equipo están decididos a la limpieza del lago (humedal) de Chapala ubicado entre el estado de Jalisco y Michoacán, es el lago más grande de México con una extensión aproximada de 1,116 kilómetros cuadrados, al que encontraron con niveles altos de contaminación, por ende la proliferación de especies invasoras. En este momento están en la etapa de coordinaciones con las entidades públicas, privadas, fundación y lo más importante el trabajo en conjunto con la sociedad.

Según National Geographic, el 70% de los residuos industriales de los países en desarrollo se vierten en aguas no abiertas. Además de los contaminantes sintéticos, los desechos orgánicos como las aguas residuales, el agua de escorrentía llena de fertilizantes y los excrementos de animales también terminan en fuentes de agua dulce.

Para saber más sobre los proyectos de Marino Morikawa cliquea aquí.
Fuente: Marino Morikawa, PhD


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