En Quito, Ecuador, la naturaleza y la sostenibilidad se tratan como un componente integral del desarrollo y no como una idea de último momento o de moda. La infraestructura verde y las soluciones basadas en la naturaleza son clave para las estrategias de mitigación y adaptación de la Ciudad para asegurar la provisión de servicios ecosistémicos. Una de esas soluciones es el proyecto Agricultura Sostenible con inclusión y participación de género en Quito, que administra la ciudad para mejorar la seguridad alimentaria, la agroecología urbana, la adaptación al cambio climático y la nutrición.
Según la Organización para la Agricultura y la Alimentación de Naciones Unidas, FAO, Quito es una de las capitales más verdes de la región: según el último recuento tiene 140 huertos comunitarios, 800 huertos familiares y 128 huertos escolares.
El programa ha trabajado junto con mujeres y hogares encabezados por ellas durante más de una década para mejorar la calidad de vida de las personas más vulnerables del Distrito Metropolitano de Quito. Gracias a los cursos de capacitación, asistencia técnica y recursos de apoyo, el programa ha ayudado a miles de residentes a comenzar sus propios huertos urbanos y aplicar prácticas sostenibles para realizar cambios positivos en sus vidas.
Además, contribuye a la reducción de emisiones de carbono, es una respuesta de adaptación al cambio climático, y fomenta la participación ciudadana y solidaridad en el desarrollo económico local.
Las mujeres representan el 85.71% de los participantes. 352,600 personas se benefician del programa que comprende 56,000 granjeros urbanos, y 170,000 consumidores. Desde el inicio del proyecto, se capacitó a 16.700 participantes, se abrieron 2.500 huertos urbanos y se promocionaron 110 empresas de agricultura urbana con 105 productos alimenticios diferentes.
El programa se ha convertido en un “semillero” de microempresas agrícolas, como la producción de verduras orgánicas, frutas, cultivos, plantas medicinales y ornamentales, cría de animales, apicultura y procesamiento de alimentos.
Un enfoque de género y sensible a los derechos humanos es crucial para fortalecer las capacidades técnicas de los agricultores urbanos y periurbanos, y la formación de capital humano. Los jardines y las pequeñas granjas desempeñan un papel esencial en la vida de los participantes.
Reemplazar los fertilizantes químicos con desechos orgánicos ha tenido efectos beneficiosos tanto en la reducción de emisiones como en el manejo de desechos urbanos. La producción de cultivos de temporada y la promoción del consumo local también han ayudado a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con los alimentos.
El trabajo en el proyecto está fomentando la resiliencia mediante la recuperación de ecosistemas degradados y, por lo tanto, aumentando los niveles de biodiversidad, promoviendo el uso sostenible de los recursos y la revalorización de las tierras urbanas para la producción de alimentos.
Este proyecto tiene el potencial de crecer e incrementar sus beneficiarios, ya que se ha integrado en varias instituciones y actividades relacionadas con políticas públicas, incluidas las políticas ambientales de la gestión sostenible de los recursos, reducción de la huella de carbono y mayor capacidad de adaptación de la ciudad.
A través de sus experiencias, todas las partes interesadas involucradas en el proyecto comparten las lecciones aprendidas y sus mejoras prácticas con otros gobiernos locales e instituciones nacionales. El proyecto, así como las instituciones municipales involucradas en la promoción de la agricultura sostenible, como CONQUITO y la Secretaría de Medio Ambiente, han creado un espacio para la transferencia metodológica de una implementación exitosa del proyecto a otros gobiernos locales y provinciales, así como a a las agencias de desarrollo económico interesadas en promover la agricultura sostenible en sus territorios. La replicación se facilita aún más mediante la disponibilidad de técnicas de fácil acceso y bajo costo que se centran en la reutilización y reciclaje de materiales, menos dependencia de insumos externos y motivadas por los principios de una agricultura saludable y el empoderamiento de los participantes, especialmente las mujeres.
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