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Al despertarse al amanecer, Sumini alimenta a su numerosa familia y termina sus tareas domésticas antes de comenzar su otro trabajo como guardabosques para proteger la exuberante jungla de Sumatra.

La indonesia, madre de 5 hijos, de 45 años lidera una brigada de mujeres que luchan contra la destrucción de la selva tropical y la caza furtiva de tigres, pangolines y otras especies en peligro de extinción.

La deforestación y la pérdida de hábitat han sido durante mucho tiempo un problema en el vasto archipiélago del sudeste asiático, que se encuentra entre las naciones con mayor biodiversidad de la Tierra.

Los responsables son principalmente hombres, a veces vecinos o los maridos de algunas mujeres del equipo que viven en la aldea de Damaran Baru en la isla de Sumatra, al oeste del archipiélago del sudeste asiático.

El equipo de 30 miembros lidia con los estereotipos en la provincia conservadora de Aceh y las autoridades que son indiferentes a la destrucción ambiental provocada por la tala ilegal y deforestación de tierras para las numerosas plantaciones de café de la región.

“El bosque siempre ha estado asociado con los hombres. Pero queremos cambiar eso y enfatizar que también afecta a las mujeres. Las mujeres están enojadas por la destrucción del medio ambiente y han decidido actuar para solucionar este problema“, señala Sumini, quien como muchos indonesios tiene un solo nombre.

El grupo, que ahora incluye a uno de los hijos de Sumini y su esposa, se formó en 2015 después de una inundación que destruyó decenas de casas en la aldea de 1.000 personas.

El esposo de Sumini accedió a acompañarla río arriba para comprender por qué las aguas de las faldas de un volcán cercano transportaban tanta madera y escombros. Al llegar vieron que el bosque de la montaña había sido talado.

“Le dije a mi esposo: ‘Bueno, aquí está la causa. El bosque ha sido destruido por los hombres. Estaba enojada y desde ese momento me dije que iba a actuar para proteger el bosque”.

Dos veces al mes, Sumini se pone un sombrero sobre su hidjab, botas de goma y se embarca en cinco días de exploración forestal a través de un terreno escarpado y montañoso.

Con su brigada busca el menor indicio de caza furtiva o destrucción del bosque, libera a los animales de las trampas y enumera las especies endémicas.

El equipo deja carteles que advierten sobre cualquier actividad ilegal que denuncien a las autoridades y también está replantando miles de árboles con la ayuda de voluntarios.

Al principio, su iniciativa no fue bien recibida en Aceh, pero ahora, algunos madereros o cazadores furtivos se han mancomunado y convertido en voluntarios para lograr juntos la conservación de la biodiversidad y la protección del medioambiente.

Fuente: The Manila Times/ Le Journal de Montréal
Fotografías: AFP
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